25 abr 2014

Seres féericos II


¿Cuántas veces había recorrido aquel bosque? Y en ninguna de ellas supo que las hadas y los gnomos le vigilaban cuando pasaba a su lado. Miraban desde el refugio de las flores, escondidos entre los arbustos, desde la copa de algún árbol. Tantos eran los escondites que podían usar, que pocos humanos habían logrado verles. Si en algún momento a alguno se le ocurría buscarles, también podían volverse invisibles, su magia les permitía hacer eso y muchas más cosas. Una vez tuvieron que hacerlo para esconderse de un hombre que quería atraparles y exhibirlos en ferias. Pero por fortuna para ellos, unos pocos niños y niñas, supieron de las intenciones del malvado adulto y consiguieron avisarles. Ellos eran los amigos que las hadas y los gnomos habían hecho una vez que se dejaron ver.

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